Desde el Lunes hasta hoy, esta semana ha ido de mal en peor.
Empezó con una llamada, siguió con un viaje inesperado a casa y terminó con un entierro.
Ya solo me queda decir yo mismo que soy muy guapo, porque ya no tengo abuela.
Ahora sonrío al pensar que me consuela saber que esté donde esté, seguro que a estas alturas ya está dirigiendo el cotarro... ¡menuda es ella!
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