Recuerdo todavía estar volviendo del instituto y ver a la gente en los bares viendo la noticia, que yo tomé por un simple incendio o una promoción de una película... Y luego al llegar a casa, darme cuenta de lo que estaba pasando.
Ver el segundo avión estrellarse en directo fue escalofriante. En mi casa, no comimos ninguno, todos pegados a la tele, tratando de entender lo que pasaba.
Las consecuencias de estos atentados son de todos conocidas y no por todos justificadas...Pero hasta que no acabaron con Osama Bin Laden, no han parado, aleccionando al resto del mundo cómo se las gastan los Hijos de la Libertad y de la Independencia.
Yo por mi parte y de modo anecdótico, sufrí el aumento de seguridad/paranoia que sufren en NYC desde entonces en mi luna de miel, pero eso es otra historia que ya comentaré.
Lo que creo que es de recibo recodar es a las casi 3.000 víctimas, (que no héroes), que perdieron la vida en los ataques.
Héroes hubo. Y muchos. Pero no caigamos en el error de llamarlos a todos héroes cuando la mayoría fueron víctimas inocentes, lo cual lo hace más horrible si cabe.
Tampoco caigamos en el error de llamar héroes a todos los soldados que mandaron a pegar tiros al desierto...la mayoría también eran víctimas, pero no tan inocentes.
En cualquier caso no hay motivo, ni económico, ni religioso, ni político, ni de ningún tipo que justifique actos como este, estén atentando contra 3.000 personas o contra una sola.
Dicho esto, sólo queda recordar a los que murieron aquel día...y esperar a cerrar nuestras propias cicatrices.
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