viernes, 18 de enero de 2013

El Casero Generoso.

Primera entrada de 2013... ¡feliz año a todos!

Un poco tarde, lo sé, pero entre las fiestas y una mudanza algo atropellada, todavía no nos hemos logrado tranquilizar por SDP.

¿Y a quién se le ocurre mudarse en plenas fiestas? pues a nosotros no... fue casi idea de nuestro casero.

Allá por Noviembre nos surgieron unos gastos imprevistos bastante considerables... para dar una estimación, casi como comprar un coche pequeño de golpe. Así que decidimos que sería buena idea llamar a nuestro casero para ver si nos bajaba algo el alquiler. Con esto de la crisis y la que está cayendo, todo el mundo lo está haciendo, incluso un tío de mi mujer, que es propietario, le bajó el alquiler a los inquilinos sin que éstos lo pidieran...

Así que llamé y le dije que quería hablar con él en persona, ya que el tema creo que lo requería. Tras un par de días sin concertar una cita, donde tuvo tiempo para pensar en qué hacer, lo acabamos hablando por teléfono.

Su propuesta:

Me bajaba el alquiler 50€.

Agradecido por estar al teléfono y no delante de tan generosa persona, me cubrí la cara con la mano en gesto desesperado.

Pero la cosa no acababa ahí. Para que la rebaja fuera efectiva, tendría que firmar un documento donde se estipulara que esos 50€ mensuales que me ahorraba se iban acumulando mes a mes y se los tendría que pagar al año siguiente.

Bendecido por estar al teléfono y no delante de tan generosa persona, puse un careto de gilipollas integral y tomé unilateralmente la firme decisión de que ya me daba lo mismo al acuerdo al que pudiera llegar con él, pero yo me iba de este piso cuanto antes.

Nos pusimos a buscar y encontramos un dúplex abohardillado precioso, un poco más grande que el piso anterior por 250€ menos.

Así que huimos de nuestro anterior piso tan rápido como pudimos.

Ni que decir tiene que en el tira y afloja, el Casero Generoso llegó a bajar el precio hasta 300€ menos para que nos quedáramos, pero a parte de saber que lo hacía de forma temporal y que nos volvería a subir en cuanto pudiera, ya había desvelado el pié del que cojeaba y no queríamos seguir viviendo allí...

Ha sido una mudanza con muchas peripecias, como no podía ser de otro modo, pero ha merecido la pena.

Ahora, esto es lo que veo desde mi dormitorio:


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